Se descompensó en la casa de Tigre donde se recuperaba de una operación. Conmoción mundial
Diego Armando Maradona, el mejor futbolista de todos los tiempos, murió este miércoles a los 60 años en una casa del barrio privado San Andrés donde se recuperaba de una operación reciente de un hematoma subdural. Allegados al DT de Gimnasia y Esgrima de La Plata, confirmaron que Maradona se descompensó este mediodía y la enfermera que lo acompañaba las 24 horas y un médico que en ese momento se encontraba en la vivienda no pudieron reanimarlo.
Los profesionales pidieron rápidamente asistencia: llegaron varias ambulancias al domicilio, pero no pudieron hacer nada.
La noticia generó una fuerte repercusión mundial.
Para muchos, aún con polémicas alrededor de su figura y algunas de sus acciones, Diego Maradona es el máximo futbolista de todos los tiempos, el autor del mejor gol de la historia de los Mundiales, y considerado para la FIFA como “Jugador del siglo” con el 53,6% de los votos en una elección hecha en su web oficial.
Su figura es tan venerada en todo el mundo que hasta cuenta con una Iglesia Maradoniana, que festeja la “Navidad” cada 30 de octubre, día de su nacimiento en 1960- y es considerado un semidiós en Nápoles, club en el que salió campeón cuatro veces (dos Scudettos, una Supercopa italiana y una Copa UEFA), algo que ni antes ni después de él volvió a conseguir. Fue campeón mundial con la selección argentina en 1986, brillando como pocas veces lo consiguió ningún jugador, y finalista en 1990, y campeón mundial juvenil en 1979 y también fue director técnico de la selección argentina entre noviembre de 2008 y julio de 2010, cuando fue eliminado por Alemania en el Mundial de Sudáfrica (4-0). Tiene el récord de haber sido cinco veces máximo goleador del torneo oficial argentino.
Nació en el Policlínico de Lanús y su infancia transcurrió en un hogar muy pobre de Villa Fiorito, aunque su familia era originaria de Esquina, Corrientes (“con los años entendí por qué a mi mamá le dolía la panza, es que nos daba todo lo que tenía para comer a nosotros”, pudo reconocer). Fue el primer varón y quinto hijo del matrimonio entre Diego Maradona y Dalma Salvadora Franco (“Don Diego” y “Doña Tota”). Luego tuvo otros dos hermanos, también futbolistas, Raúl (“Lalo”) y Hugo (“Turquito”). Comenzó a jugar al fútbol en un potrero llamado “Las Siete Canchitas” e integraba el equipo infantil “Estrella Roja”, junto a “Goyo” Carrizo –del que se decía que era un crack de su misma estatura pero que se malogró-, quien convenció a Francisco Cornejo, un ojeador de futuras figuras- para que lo viera jugar. “Los Cebollitas” fue un equipo creado por Cornejo para disputar los Juegos Nacionales Evita de 1973 y 1974. Este equipo en realidad era de las inferiores de Argentinos Juniors, a donde Maradona había ido a probarse en 1969 y ganó el torneo y el de la octava división.
Permaneció con Cornejo hasta los 14 años, cuando Argentinos Juniors los pudo fichar en la AFA. Ese equipo permaneció invicto por 136 partidos y ya desde chico deleitaba a los hinchas en La Paternal porque hacía jueguito en los entretiempos en aquella época se los llamaba “Fulvipibes”- y hasta le gritaban “que se quede, que se quede” cuando se reanudaba juego. Era tal su habilidad que fue convocado por el conductor “Pipo” Mancera para el popular programa de TV “Sábados Circulares” en donde dijo algo premonitorio que todos los documentales repiten “mi primer sueño es ser jugar en Primera y el segundo es salir campeón”.
El 28 de setiembre de1971, le realizaron la primera entrevista. “Es zurdo pero sabe usar la derecha. Diego Caradona (sic), diez años, se ganó calurosos aplausos en el entretiempo de Argentinos Juniors e Independiente, haciendo gala de una rara habilidad para el ‘jueguito’ con el empeine y hasta con chanfle. Con una camiseta que le queda un poco holgada y el flequillo que no lo deja ver, Dieguito parece escapado de cualquier baldío porteño ‘de los de antes’. La duerme, la levanta con doble pisada y tiene todo el porte del jugador nato. No parece un pibe de hoy, pero lo es: y con ese amor tan argentino por la pelota, nuestro fútbol nunca dejará de nutrirse de grandes jugadores”. El artículo de Clarín se tituló “Un sueño de barrilete”, por Horacio Pagani, aunque eso se aclaró una década más tarde, porque no llevaba firma.
Cornejo, que se llevó la última camiseta de Argentinos que usó Maradona en su vida, recordaba que “a veces, debía vérselas con defensores que lo superaban en edad, estatura y peso, pero igualmente se imponía. Tenía una gran visión del campo de juego. Mientras a los diez años a muchos chicos les gustaba jugar al baby fútbol en un campo de dimensiones reducidas, Los Cebollitas preferían el reglamentario, con todos los problemas que esas dimensiones comportaban”.
Por esos años, Maradona solía ir a ver a Independiente en Avellaneda y era admirador de Ricardo Bochini (con quien pudo jugar más tarde algunos amistosos y ya luego en la selección argentina, y a quien recibió, cuando el ya veterano jugador ingresó ante Bélgica en el Mundial de México, con un “pase maestro, lo estábamos esperando”), aunque criado en un hogar de hinchas de Boca Juniors.
Debutó en Argentinos Juniors el 20 de octubre de 1976 ante Talleres de Córdoba y la primera pelota que tocó fue un túnel a Juan Domingo Patricio Cabrera. Ingresó con el número 16 por Rubén Giacobetti al inicio del segundo tiempo. “Ese día toqué el cielo con las manos”, recuerda siempre. Su primer gol lo convirtió poco después, el 14 de noviembre, ante San Lorenzo de Mar del Plata por el torneo Nacional. Ese día hizo dos al arquero Rubén Lucangioli.
El 27 febrero de 1977 ya fue convocado por Menotti para la selección argentina. Su debut, fue en la Bombonera ante Hungría, ingresando en el segundo tiempo por Leopoldo Luque. Argentina ya ganaba 4-0 y la gente empezó a corear su nombre. Ese año se concentró con el juvenil argentino para jugar el Sudamericano de Venezuela, clasificatorio para el Mundial de Túnez. Tenia 16 años y sus compañeros, 19. “El pibe Maradona es medio equipo”, contaba el enviado de Clarín, pero con dos derrotas y un empate, la selección no conseguiría el objetivo.
Uno de sus primeros golpes en el fútbol lo recibió el 19 de mayo de 1978, cuando César Luis Menotti lo excluyó del Mundial de Argentina en la concentración de José C. Paz junto a Humberto Bravo y a Víctor Bottaniz. “Pensé que no me hablaba en serio cuando me lo dijo. No lo podía creer. Al enterarse de la noticia, él se fue corriendo de la concentración. En esa última práctica, los suplentes le habían ganado 5-1 a los titulares con cuatro goles de Diego”, recuerda Roberto Saporiti, ayudante de Menotti en aquella selección.
Por esos años, Maradona –que cantaba “El Sueño del Pibe” en el programa de Minguito Tinguitella cambiando la letra, de “seré un Baldonedo, un Martino, un Boyé” por “Seré un Maradona, un Kempes, un Olguín”- brillaba en todas las canchas con Argentinos, aunque nunca pudo ganar un campeonato, pero sí fue el máximo goleador de varios torneos: Metro 78, Metro y Nacional 79 y Metro y Nacional 80. Varias veces peleó los campeonatos. Fue segundo de River en el Metro 80 y pudo haber avanzado en el Nacional 80, pero en ese momento Menotti lo convocó para una larga concentración de la selección argentina para el Mundialito de principios de 1981 en Uruguay. Maradona estuvo a punto de renunciar a la selección pero Menotti le dijo que si lo hacía, no le podía garantizar una plaza en el Mundial de España 1982, así que dejó el club y perdió la chance del título.
En 1979 ya había sido convocado por Menotti para integrar la selección mayor y deslumbró en una gira por Europa, en la que convirtió su primer gol con la celeste y blanca ante Escocia al ganar 3-1, pero lo que quedó en la retina es una brillante jugada en Wembley ante Inglaterra que no fue gol sino que la pelota rozó el poste ante la salida del arquero Ray Clemence, que puso de pie a los espectadores con un cerrado aplauso. Esa jugada luego sería clave para el gran gol que le convertiría siete años después a Inglaterra en el Mundial de México 1986, al recordar, cuando enfrentaba a Peter Shilton, que su hermano le marcó un error en aquella definición.
También en 1979 ganó con la selección argentina el Mundial juvenil sub-20 de Japón, un equipo que dirigió Menotti pero que había conformado Ernesto Duchini, y que contaba con figuras como Juan Simón, Osvaldo Rinaldi, Osvaldo Escudero, Juan Barbas, Ramón Díaz y Gabriel Calderón. Maradona convirtió un tiro libre en el triunfo por 3-1 ante la URSS en la final en Tokio, el 7 de setiembre, y fue considerado el mejor jugador del torneo. La gente madrugaba, por la diferencia horaria, para ver a un brillante equipo argentino, que goleó en la mayoría de sus partidos, y en semifinales eliminó a Uruguay, que lo había relegado del título en el Sudamericano de Montevideo.
En 1980, Enrique Omar Sívori había aconsejado a la Juventus por su pase y llegó a Buenos Aires acompañado del presidente Giampiero Boniperti, con una oferta de 10 millones de dólares, pero el contraalmirante Carlos Lacoste, hombre fuerte del fútbol durante la dictadura, se opuso, y llegó a un acuerdo con el entonces presidente de Argentinos, Próspero Cónsoli y pelando al militar Guillermo Suárez Mason, consiguieron el apoyo como sponsor de la aerolínea estatal Austral. También el dirigente del Barcelona Nicolás Casaus (argentino) habían ofertado una fuerte suma por él pero Menotti se oponía a su salida y por eso se hizo una lista de jugadores intransferibles al exterior.
Sin salidas al exterior, en 1980 apareció la chance de ir a River –en el medio, le metió cuatro goles a Hugo Gatti cuando lo desafió llamándolo “gordito”, en un 5-3 a Boca en la cancha de Vélez Sársfield- pero en diciembre, cuando Martín Noel ganó las elecciones presidenciales en Boca tras décadas de Alberto J. Armando en el poder, dio el gran golpe al conseguir su transferencia a préstamo por cuatro millones de dólares más los pases de los jugadores Randazzo, Zanabria, Bordón, Salinas, Eduardo Rotondi y Santos. Varios de ellos habían salido campeones de América apenas dos años antes. El acuerdo es que ambos participarían en el futuro de un pase al exterior. “Lo quería Barcelona, lo quería River Plei, Maradona es de Boca, porque gallina no es”, cantaban los hinchas xeneizes.
Maradona debutó ante una inusual expectativa (también debutaba Miguel Brindisi ), y marcó dos goles, ambos de penal, ante un Talleres de Córdoba con varios integrantes de la selección argentina, Boca ganó 4-1 y jugó infiltrado porque arrastraba una molestia muscular en su pierna derecha. Estuvo un mes desgarrado hasta que volvió ante River en un Superclásico con gran cantidad de estrellas en ambos clubes, en el que Boca ganó 3-0 el 10 de abril y marcó un hermoso gol bajo una intensa lluvia en la Bombonera, desairando a Fillol y luego colocando la pelota en el palo en el que defendía Alberto Tarantini.
Boca terminó siendo campeón, aunque una fecha antes del final, en Rosario y ante Central, Maradona falló su penal ante Daniel Carnevali (la pelota pegó en el travesaño) y obligó a una definición en el último partido, en la Bombonera, ante Racing (el equipo de Silvio Marzolini era asediado por el Ferro de Carlos Griguol). Empataron 1-1 y Maradona marcó el gol xeneize, de penal.
Para el Nacional 1981, en el que River invirtió en Mario Kempes, Boca llegó a los cuartos de final pero en el partido de ida ante Vélez Sársfield, Maradona fue expulsado, y el club de Liniers pudo revertir como local la derrota de la Bombonera aprovechando la falta del diez, y Boca quedó eliminado. El préstamo de Argentinos era por un año y medio, pero se acercaba el Mundial de España 1982, y Menotti dispuso de una concentración de meses previos para la selección argentina y entonces sólo pudo jugar amistosos de verano y participar de una gira por Asia y África.
Así terminó su participación en Boca con 40 partidos y 28 goles. En los días previos al Mundial de España, Maradona abandonó la concentración argentina para firmar su nuevo contrato con el Barcelona. Su debut mundialista fue el 13 de junio, cuando la selección argentina fue sorpresivamente derrotada por Bélgica 1-0. En el segundo partido, en cambio, Maradona marcó dos goles en el rotundo 4-1 ante Hungría. Ya en la segunda fase, el equipo argentino fue eliminado al caer derrotado primero 2-1 ante Italia (cuando Maradona fue objeto de duras y constantes faltas de Claudio Gentile) y luego sin atenuantes por Brasil 3-1, cuando, ante la impotencia del equipo, fue expulsado por una dura patada contra el volante Batista.
En el Barcelona no fueron tiempos fáciles. Ya de novio con Claudia Villafañe, se rodeó de ella y de muchos de sus amigos que lo visitaron en la alta zona de Sarriá, y llevó una vida turbulenta, además de que lo castigaron demasiados elementos extra futbolísticos. Más allá de que deslumbró con su juego y sus condiciones técnicas a las órdenes de Udo Lattek, en diciembre de 1982 sufrió una hepatitis que lo marginó tres meses en los que el Barcelona quedó eliminado de la Recopa europea y Lattek (de muchas discusiones con Maradona) fue destituido y reemplazado por Menotti. Ya el Barcelona estaba muy alejado de la Liga pero acabó ganando la Copa del Rey en una final ante el Real Madrid (2-1) en Zaragoza. También le ganó al Real Madrid la Copa de la Liga y en esa final marcó un gol en cada estadio con la particularidad de que la estética del marcado en el Santiago Bernabeu motivó que los aficionados blancos lo ovacionaran de pie, algo inusual.
Cuando todo parecía encaminarse al comienzo de la temporada 1983/84, apenas en la cuarta fecha de Liga, el 24 de setiembre de 1983, el Barcelona recibía al Athletic de Bilbao en el Camp Nou y allí una durísima falta de Andoni Goicoetxea (que conserva ese botín como pieza de museo) cuando los locales ganaban 4-0, le produjo fractura del tobillo de la pierna izquierda. Volvió antes de lo esperado, a los tres meses y medio, pero otra vez ya era tarde para ganar el título de Liga pese a sus 11 goles en 16 partidos. Le quedaba la Copa del Rey, igual que la temporada anterior, envuelta en un contexto de muy duro enfrentamiento verbal entre Menotti y el DT del Athletic, Javier Clemente. Sumado a eso, era el reencuentro entre Maradona y Goicoetxea, después de la lesión, y el Athletic era el campeón de Liga. Se jugó en el Bernabeu el 5 de mayo de 1984. Ganaron los vascos 1-0 pero lo peor llegó en el final, cuando Maradona agredió a su rival Miguel Angel Sola. Fue una batalla campal con el rey en el palco, y eso generó duras suspensiones para muchos de los protagonistas.
Supuestamente, Maradona no podía jugar esa final porque había sido expulsado en la semifinal, pero la Federación le quitó aquella sanción. Al estar suspendido entonces para jugar en España hasta diciembre de 1984, el presidente del Barcelona, José Luis Núñez, se decidió a aceptar una oferta del Nápoli, que subió un millón de dólares cuando aparecieron filas de tifosi en el mostrador del banco Monte de Paschi de Siena con fajos de liras para depositar en la cuenta del club. Fue presentado el 5 de julio con el estadio San Paolo completo. El Nápoli venía de salvarse del descenso por un punto y fue una expectativa total. También para Maradona representaba una ganancia económica muy importante luego de que no funcionara su asociación con su agente Jorge Czysterpiller. Se iba del Barcelona con 38 goles en 58 partidos y con una vida turbulenta en la que comenzó a ingresar en el mundo de las drogas.
El primer año en el Nápoli fue complicado. Comenzó perdiendo ante el Verona 3-1 y la primera rueda la terminó muy mal pero Maradona comenzó a recuperarse en la segunda y terminó tercero en la tabla de goleadores con 14 tantos. Esto convenció a los dirigentes en dar la pelea por el Scudetto siguiente y así fue que con la contratación de Bruno Giordano en el ataque, acabó tercero con la Juventus campeona, y se clasificó a la Copa UEFA. En octubre de 1985, Guillermo Cóppola sustituyó a Czysterpiller. “Me encontré con que en su casa todos eran artículos provenientes de distintos canjes publicitarios pero Diego cobraba poco dinero y había que revertir eso”, dijo el representante, que llegó a ser inseparable del jugador.
Maradona, para muchos, ha sido la máxima expresión del fútbol estético, y sus estadísticas como jugador, son elocuentes: 312 goles en 588 partidos (0,53 de promedio) y 207 asistencias en clubes. 68 goles en 136 partidos (0,50) y 69 asistencias en la selección nacional. 358 goles en 724 partidos oficiales (0,50) y 257 asistencias (0,35) en el total de su carrera. Consagrado como un símbolo de la argentinidad, resultó habitual verlo alentando a cualquier equipo o representativo nacional desde las tribunas, plateas o palcos, incluso a los gritos, como un hincha más, generando videos motivacionales, o comunicándose directamente con los protagonistas de cualquier deporte.
Jorge Valdano, ex compañero suyo en la selección argentina campeona del mundo de 1986 sostuvo que “en el momento que Maradona se retiró del fútbol activo, dejó traumatizada a la Argentina. Maradona fue más que un futbolista genial. Fue un factor extraordinario de compensación para un país que en pocos años vivió varias dictaduras militares y frustraciones sociales de todo tipo”.
Amado u odiado, Maradona fue un divisor permanente de aguas, trazando una línea roja entre los que estaban de su lado o del otro, para temas trascendentes o nimios. Estampita, póster, tatuaje o bandera, es acaso uno de los máximos representantes de la rebeldía en el mundo, y uno de los personajes más reconocidos en cualquier rincón de la tierra. El fallecido poeta uruguayo Mario Benedetti regresa con su definición a la relación entre Maradona y los milagros al sostener que el gol a los ingleses en México 1986, “con la ayuda de la mano divina es, por ahora, la única prueba fiable de la existencia de Dios”.